Hacia una cultura de paz
Towards a culture of Peace
Celina García Vega
Resumen
El artículo
relata la experiencia personal que llevó a Celina García a comprometerse con el
pacifismo y la noviolencia, a partir de su encuentro con los cuáqueros en 1958.
Reflexiona sobre la “disonancia cognitiva social” que permite aceptar la
violencia institucional pese a principios religiosos como “No matarás”. Plantea
que construir una Cultura de Paz requiere coherencia entre valores y acción,
así como una transformación educativa. También se destaca el desarrollo de los
estudios para la paz desde la Segunda Guerra Mundial y la labor pionera de la
Asociación Internacional de Investigación para la Paz. Finalmente, se narra la
creación de la Fundación CEPPA en Costa Rica, que ha formado a miles de
personas en programas de resolución noviolenta de conflictos, inspirados en
metodologías cuáqueras y con impacto en diversos países.
Abstract
The
article relates the personal experience that led Celina Garcia to commit
herself to pacifism and nonviolence, starting with her encounter with the
Quakers in 1958. She reflects on the “social cognitive dissonance” that allows
the acceptance of institutional violence despite religious principles such as
“Thou shalt not kill”. He argues that building a Culture of Peace requires
coherence between values and action, as well as an educational transformation.
It also highlights the development of peace studies since World War II and the
pioneering work of the International Peace Research Association. Finally, it
describes the creation of the CEPPA Foundation in Costa Rica, which has trained
thousands of people in nonviolent conflict resolution programs, inspired by
Quaker methodologies and with an impact in several countries.
Introducción
Era el
año 1958 y vivía en Nueva York. Tenía la costumbre de comprar la edición
dominical del New York Times cuando, un día en su Revista, vi la fotografía de
dos jóvenes cuáqueros en un pequeño velero, llamado la regla de oro, que
rumbo a protestar los ensayos nucleares que hacía Estados Unidos en el
Pacífico. Como no sabía nada de los cuáqueros, comencé a indagar y terminé
uniéndome a sus reuniones dominicales en la Universidad de Columbia.
Sin
embargo, nunca sentí la necesidad de cambiar de religión; de hecho, Martha
Moss, una amiga cuáquera de Monteverde me decía que yo soy “cuáqüi-cat”.
Lo más
importante que aprendí es la existencia de una disonancia cognitiva de carácter
cultural e histórico, tan imbuida en la auto-proclamada “civilización”, que ni
siquiera nos hemos dado cuenta que existe.
La
disonancia cognitiva es una condición que aplica la psicología a las personas
que creen dos cosas totalmente opuestas. Me interesó mucho la idea de ser
consistente, entre lo que se cree en los Mandamientos y la práctica de la vida
social y nacional.
Llamó disonancia cognitiva social a la disonancia o contradicción que existe entre
creer en los Diez Mandamientos, por ejemplo, No matarás y aceptar las guerras y
la violencia cuando son lideradas por los gobiernos o los reyes.
De esta
manera, nuestra sociedad admite perfectamente y no ve contradicción alguna en
que exista una iglesia al lado de una academia militar. Vamos a misa, y luego a
matar. O, vamos a matar y luego vamos a misa.
Los
pacifistas y quienes creemos en la noviolencia pensamos que esta contradicción
histórica debe cambiarse para construir lo que la UNESCO llama una Cultura de
Paz, que se debe interpretar como la consistencia entre principio religioso o
filosófico y la acción, en la práctica del diario vivir; en el arte de manejar
conflictos sin recurrir a la violencia. Esto significa, por lo menos, un cambio
total en la educación y, precisamente, la educación para la paz ya tiene por lo
menos 75 años de experiencia en muchos países del mundo.
Los estudios para la paz
A
partir de la Segunda Guerra Mundial, el mundo académico adoptó la dolorosa
experiencia sufrida en Europa como tema de estudio. Se preguntaron primero cómo
pudo sucederles esta tragedia en la cuna de la civilización y crearon los
primeros institutos de investigación para la paz para encontrar respuestas; en
Europa primero y luego fueron proliferando en otros continentes.
La
Asociación Internacional de Investigación para la Paz, creada por cuáqueros,
fue pionera en este campo. Fundada en 1964, ha promovido la investigación y la
educación para la paz y abarca ahora 90 países. Es la asociación académica más
respetada en este campo y se ha especializado en la educación y acción para la
paz.
Desde
1979 me hice miembro de esta Asociación y fui Secretaria de la Comisión de
Educación para la Paz durante dos años.
La Fundación CEPPA
Después
de mucho tiempo de vivir en otros países, regresé a Costa Rica y, en 1989 di
los primeros pasos para crear la Fundación CEPPA, (Centro de Estudios para la
Paz).
El
personal de CEPPA recibió capacitación personal de Priscilla Prutzman,
directora del Programa Respuesta Creativa al Conflicto, de Nyack, NY y de
Martha Moss, experta facilitadora del Programa Alternativa a la Violencia,
creados por cuáqueros en Estados Unidos y que ahora se encuentran en 53 países.
Desde entonces, la Fundación CEPPA ha capacitado en ambos programas a docentes, psicólogos, trabajadores sociales, sacerdotes y privados de libertad. Estas capacitaciones abarcan más de 25 mil personas en Costa Rica, El Salvador, México, Perú, Colombia, Egipto, Tailandia, Suiza, entre otros países.
No hay comentarios:
Publicar un comentario